Temática

LA CUARTA REVOLUCIÓN

La cuarta revolución industrial ya está aquí. Si uno mira la última década, la economía mundial se está automatizando a un ritmo vertiginoso. Se vislumbra un nuevo paisaje económico y laboral más mecanizado en el que la automatización inteligente está llamada a ocupar un papel cada vez más determinante en el sistema productivo. Será una revolución apoyada en la combinación de avances como internet, la banda ancha y los dispositivos móviles, la inteligencia artificial, el big data, la robótica, materiales avanzados y las mejoras en la eficiencia energética. Recientes informes de la Comisión Europea (CE) en su Índice de la Economía y la Sociedad Digitales aseguran que España será uno de los países más afectados por esta revolución digital. Su velocidad de transformación es enorme y su genuina característica es que penetra y automatiza tareas mentales. Hasta ahora, las revoluciones previas proporcionaron “suplementos físicos”, por ejemplo, el automóvil solo era una mejora en los sistemas de transporte y funcionaba como un servicio para la actividad humana. Ahora, muchas tareas cognitivas de la clase media pueden ser automatizadas. No hay barreras ni obstáculos. Según sus cálculos, para España, las proyecciones de la OCDE sostienen que hasta 2020 el 20% del empleo estaría en riesgo.

 

LOS FUTUROS POSIBLES

Frente a esta situación, existen varias posturas antagónicas sobre cómo será el futuro laboral. Por un lado, una posición tecno-optimista, que estima que la tecnología se encargará de automatizar profesiones cualificadas pero que, en promedio, no se perderán puestos de trabajo ni la calidad de los mismos. Solo las partes más rutinarias estarán a cargo de algoritmos, dejando libertad a las personas para que se centren en tareas de mayor valor o realizando tareas en las que la interacción humana y la creatividad tienen más importancia. Es decir, habrá cambios laborales pero surgirán nuevos empleos cualificados para abordar los futuros procesos de digitalización, muchos de ellos todavía por definir. Por otro lado, defensores de una posición menos optimista aseguran que los cambios que traerá la digitalización no van a generar suficiente empleo para compensar la pérdida de puestos de trabajo. A diferencia de lo ocurrido en otras revoluciones industriales, varios investigadores ponen en duda que se vayan a generar otro tipo de ocupaciones en cantidad o ritmo suficientes como para asimilar la destrucción de empleo, por lo que esta transformación hará desaparecer millones de empleos en las próximas décadas, ampliará las desigualdades sociales y generará enormes capas de población empobrecida. Hay una tercera corriente que defiende que las nuevas tecnologías ni tendrán el efecto previsto en la productividad ni el efecto de arrastre de destrucción laboral. Podríamos estar viviendo una ilusión basada en un pánico irreal a que la tecnología aniquile el trabajo. Los defensores de esta posición defienden que la revolución digital está sobrevalorada y que la verdadera revolución tecnológica, única e irrepetible, se dio a principios del XX, con la electricidad, el teléfono y el coche. El clima de transformación parece responder a una exaltación de las posibilidades de la innovación tecnológica pero sin un crecimiento económico sustancial ni un aumento apreciable de la productividad. 

 

ECONOMÍA, POLÍTICA Y EL FUTURO DE LA SOCIEDAD

No hay forma de entender las implicaciones de la revolución tecnológica que nos espera si no se conoce cómo se combinan los objetivos de la digitalización con el particular modelo económico en el que estamos inmersos y con un entorno político que lo alienta. Aparentemente estamos entrando en una nueva etapa del capitalismo contemporáneo, donde finanzas y tecnología se alían transformando nuestras sociedades. La alianza entre la racionalidad tecnocrática y la racionalidad neoliberal, estimulan en paralelo a estos cambios tecnológicos, políticas de desregularización y austeridad. Vivimos tiempos de aumento de la desigualdad, inseguridad laboral y economías sin crecimiento que dibujan un futuro completamente incierto. La política debe empezar a regular la revolución 4.0 que está a la vuelta de la esquina. Qué hacer con los trabajadores que pierden su empleo porque son sustituidos por una máquina es un reto social y político al que las sociedades deben enfrentarse con urgencia. Ha habido iniciativas pioneras. A nivel europeo, se está planteando la posibilidad de instaurar un impuesto a los procesos de robotización para paliar la destrucción de empleo. Asimismo, Bruselas ha sugerido a la Comisión la creación de una agencia europea de robótica e inteligencia artificial para ofrecer información especializada y asesoramiento técnico y ético a las autoridades. En otro ámbito, la Organización Internacional del Trabajo está fomentando procesos de reflexión acerca de cómo van a ser los nuevos empleos. El temor es que si desaparecen masivamente empleos o tareas, o si estos siguen convirtiéndose en cada vez menos seguros, un número cada vez mayor de personas va a ser incapaz de vivir con las ganancias de sus empleos. Mantener un sistema de protección social se convertirá en breve en una necesidad urgente. ¿Cómo dispondremos socialmente de recursos públicos si solo vendrán financiados por rentas mínimas?, ¿Cómo diseñaremos la renovación del sistema educativo que la transformación tecnológica exigirá?, ¿Qué régimen jurídico se establecerá en las relaciones empresa y trabajo

 

LA ASIMILACIÓN HUMANA DE LA TECNOLOGÍA

Ante las innovaciones tecnológicas que vienen, han surgido corrientes y movimientos culturales que afirman el deber moral de mejorar las capacidades cognitivas de la especie humana en su combinación con innovaciones tecnológicas. ¿Qué será el ser humano sin las limitaciones que configuran su comprensión del mundo?, ¿Cómo definir una ética en el uso y explotación de estas novedades técnicas? En nuestra tendencia a entender la tecnología con un componente casi redentor que nos liberará de los límites propios de la existencia humana, imaginamos que el uso de las máquinas y la automatización doméstica, nos permitirá eliminar el azar en nuestra vida. Pero el azar y el error están en la base de nuestra evolución. Parte de lo que nos hace humanos son las mutaciones, los valores atípicos o los defectos que crean el arte o una nueva invención, que supuestamente la automatización digital de las sociedades evitaría.

 

Con este curso queremos aclarar todos los términos y procesos, técnicos y sociales, implicados en esta revolución. Y adelantarnos a sus efectos, pues la cuarta revolución industrial va mucho más deprisa y tiene mayor alcance que las anteriores.